Las Carretillas, en honor a San Antón, patrón de la Villa y Santo del Fuego, es una tradición que identifica a los cantorianos y al municipio de Cantoria.
El mes de enero se convierte todos los años en el mes de la pólvora, las distintas peñas y agrupaciones compiten entre ellas para conseguir ser los productores de las mejores carretillas. Cada una de ellas fabrica numerosas carretillas, en 1993 la peña San Antón hizo un total de 11.700. Días antes los vecinos protegen sus puertas, ventanas y fachadas. La noche del 15 de enero es la noche de las pruebas, la Plaza del Convento, comienza a juntar a multitud de gente desde por la tarde. Después se inaugura el concurso de carretillas que las peñas llevan elaborando desde hace muchas semanas, este espectáculo de luz y sonido puede durar alrededor de dos horas y posteriormente se llevará a cabo una barbacoa para todos los vecinos y vecinas.
En cuanto a esta tradicional fiesta no hay datos registrados sobre el origen pero se cree que surgieron en el siglo XVI, época de la expulsión de los moriscos. Según los más mayores, hoy solo se conservan las «carretillas», aunque en calidad y cantidad se está llegando a los años de nuestros antepasados.
Entre las costumbres ya relegadas en las festividades, se encuentra la peculiar tradición del «Marranito San Antón». En la esquina inferior izquierda de la imagen del Santo Patrón, se observa un cerdo de pequeñas dimensiones al que se le atribuía este curioso nombre. Esto se debía a que algunas familias de la localidad solían hacer promesas y, como ofrenda al Santo, soltaban un cerdo en las calles, permitiéndole deambular libremente por todo el pueblo. El animal era alimentado con lo que las casas le ofrecían mientras se acercaba. Esta práctica, que se perdió hace años, tuvo que abandonarse, entre otras razones, porque el animal causaba diversos inconvenientes en los jardines, tanto públicos como privados, del municipio.
El 16 de enero llega la noche de las carretillas, comenzando con la procesión de las imágenes de San Antón y San Cayetano, que son llevadas a hombros por los «carretilleros» , al tiempo que son bailadas con la música de la banda municipal y gritan «¡Vivan los los Santicos benditos!». A partir de las ocho de la tarde la gente comienza a salir y suelen llevan unas bufandas largas en el cuello y el típico «talín», un recipiente de madera colgado al hombro en el que se transportan las carretillas. Después de tirar la primera en la iglesia, los carretilleros se dirigen a las casas de sus familiares y seres queridos.
Por la noche todos los vecinos y vecinas de Cantoria se echan a la calle y hacen lumbre en cada esquina del pueblo, aquí queman leñas y enseres viejos de las viviendas, ya que se dice que la familia que no aporte algo a esta hoguera esa noche se puede quemar, también se degustan los diferentes vinos del país y embutidos que se hacen en las matanzas de cada año. Y es a partir de las once de la noche cuando se empiezan a soltar las carretillas por todo el municipio y todo se envuelve por las luces, sonidos y olor a pólvora.
Al día siguiente, el día 17 de enero, el municipio se levanta con la diana de la banda de música y lanzamientos de cohetes. Sus calles amanecen llenas de cenizas, carretillas quemadas, normalmente cada año se queman un total de dos mil kilos de pólvora y con los que se obtienen más de 170.000 carretillas.
Estas fiestas son un sentimiento que se transmite de generación en generación desde hace décadas y son unas de las más peligrosas porque se componen de fuego y pólvora. Actualmente se suelen hacer con tubo de cartón ya que merma los riesgos, ya que anteriormente se hacían con caña del río, lo que provocaba numerosas explosiones y de hecho, a veces esto a llegado a provocar hasta fallecimientos.