En Serón hay cosas que no cambian, y menos mal. Como cada verano, el aroma inconfundible del jamón serrano vuelve a llenar la Plaza Nueva, y con él, el arte de quienes lo cortan como si cada loncha fuera una obra de museo. Este viernes, con el fresquito del atardecer y el bullicio de fondo, se celebró la XV edición del Concurso Nacional de Cortadores de Jamón, el plato fuerte de la Feria del Jamón y Embutidos de Serón.
El certamen, que ya es tradición sagrada en el pueblo, pone a prueba no solo la destreza con el cuchillo, sino también el gusto, la elegancia y hasta el peso exacto de cada corte. Que si la forma del plato, que si el grosor de la loncha, que si cómo han dejado el hueso al final… Nada escapa a los ojos entrenados del jurado, que se coloca en el corazón de la plaza como si fueran notarios de lo bueno.
Los vecinos, como cada año, no fallaron. Entre sillas plegables, cámaras de móvil en mano y tapas en el aire, siguieron con atención el espectáculo. Una pantalla gigante retransmitía cada movimiento como si fuera la final de un campeonato del mundo, porque, al menos para nosotros, lo es.
Este año, el trono del mejor cortador se lo llevó Daniel Sánchez Cumbres, que demostró tener no solo buen pulso, sino arte y precisión. Detrás de él, completando el podio, quedaron Javier Fernández Gómez y Mario González Miranés. El toque diferente lo puso Brígida Castelli, que ganó el premio al plato creativo, demostrando que el jamón también entiende de imaginación.
Más allá de los trofeos y los premios en metálico, lo que se vivió fue una fiesta del sabor, de la tierra y del oficio bien hecho. Hubo abrazos, fotos para el recuerdo y ese orgullo seronense que se nota en cada detalle. Como bien captó la cámara de Marian León, a veces una imagen lo dice todo.
Y esto no acaba aquí. El sábado la fiesta siguió con la gran degustación popular de productos locales: jamón, embutidos, quesos, vinos, mieles… Un escaparate de lo mejorcito que da esta sierra, con la música de la orquesta poniendo ritmo a una noche que olía a gloria.
Cabe recordar que el jamón y el embutido de Serón cuentan con el sello de Indicación Geográfica Protegida (IGP), lo que garantiza su calidad y el orgullo de que lo que aquí se hace, no se puede imitar en cualquier sitio.
Así que, si esta vez solo lo viste en redes o te lo contaron, ya estás tardando en preparar el cuchillo para 2026. Porque en Serón, cuando se corta jamón, se corta historia, sabor… y mucho amor por lo nuestro.